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domingo, 21 de noviembre de 2010

El Bosque De Las Almas Extraviadas

En tiempos antiguos había cuatro caballeros quienes viajaban regreso a España; pretendían llegar al castillo de los reyes a darles algunos reportajes. Mas ocurrió en la venida se enfrentaron a dos caminos para elegir.


En el lado izquierdo se encontraba un bosque radiante y amigable. En la derecha estaba un camino estrecho y angosto. Se veía demasiado traicionero, pues era rodeado por cerros montañosos. Y además los caballeros se pudriesen perder o morir con tan sólo que se cayese una roca por encima.


Entonces los caballeros decidieron cruzar el bosque. Antes que pudiesen tomar el primer paso al bosque, se les apareció una silueta ante ellos. La forma se convirtió en una elfa hermosa con un vestido tan blanco como la nieve. Y angustiadamente les dijo: «Alto. Soy la guardia de éste bosque maldecido y todo el que entrare a él jamás vuelve a ver sol en su vida. Estáis a punto de pasar al Bosque De Las Almas Extraviadas.» Sabiendo que iban a rechazar la sugerencia agregó: «Si deseáis continuar sin problema, seguid en el camino pedregoso.» Mas los caballeros no notaban amenaza alguna, asimismo habían quedado de acuerdo que no; le dijeron a ella la razón porqué. Ni modo de insistir, la elfa les dejó con su decisión sólida y se desapareció de su vista.


Avanzaron en su camino de aventura. Al momento de entrar al bosque, se volvió tenebroso y aterrador. Voltearon hacia atrás y se les ocultó la entrada del bosque. Lentamente montaban porque las tinieblas excedían. Al andar oían llantos de los espíritus vagando en tortura. Los caballos relinchaban por el susto que les daba. Sentían las almas subir por sus cuerpos y se sacudían para quitarlos.


Para que no se perdiesen, los caballeros marcaban una equis en los árboles con sus espadas, así sabían por dónde ya habían pasado. Entre más tiempo duraban en el bosque más se desesperaban. Seguían rectamente marcando árboles y finalmente salieron del bosque sanos y completos. Se volvió a aparecer aquélla elfa y se inclinó a ellos felicitándoles; ya que nadie jamás había sobrevivido tal prueba. «Y porque habéis vencido el bosque os concederé a cada quien de vosotros un deseo que tengáis en vuestro corazón.» El caballero mayor exigió ser el mejor espadachín que haya existido. El segundo caballero pidió tener una espada más forzuda que la Excalibur. El tercer caballero pidió una armadura impenetrable e incorruptible que hasta pudiese soportar magia de brujas y magos. El cuarto y menor caballero humildemente solicitó la sabiduría en cómo vencer todo el mal, pues él era torpe y fue el que más se perdía en el bosque. Y pesadamente la elfa chasqueó sus dedos y el deseo se realizó. Los caballeros se fueron más que contentos. Sin saber que ellos se habían ido con una maldición del bosque.


El primer caballero venció los espadachines más poderosos y se glorificaba éste. Hasta que llegó una noche, un espíritu maligno se le metió y le poseyó. Tan loco se volvió que tomó su espada y él mismo se decapitó. Y por haber estado maldecido, su alma volvió al Bosque De Las Almas Extraviadas para vagar para siempre. El segundo caballero que poseía la espada también vencía a muchos. Mas no era el mejor espadachín, y por no serlo, poco duró su vida como caballero e igualmente su alma fue al bosque. El tercer caballero obtuvo una vida un poco más larga pues tenía puesta su armadura. Pero hubo un tiempo en que se la quitó para descansar y por detrás le apuñalaron diez veces hasta la muerte. Su alma también fue arrastrada al bosque horripilante. El caballero menor quien era sabio y listo ya presentía su muerte. Además sospechaba de dónde recibieron muerte sus compañeros. Entonces agarró la espada y la armadura que había guardado y fue a visitar la elfa.


La vio de distancia que estaba en el bosque riéndose malvadamente. «¡Ja ja ja ja! Entra si tienes la valentía de hacerlo.» Y éste se preguntaba en sí: «¡Ay! ¿Por qué no pedí la valentía?» Pero entró y se enfrentó con ella y la elfa mostró su forma verdadera. Era una bruja fea, horrible y poderosa. Ambos combatieron un duelo, ella era una bruja receptora que recibía energía de las almas que tenía atrapadas. Luego ella le voló la espada a una distancia. De nuevo chasqueó sus dedos para deshacerse de la armadura, mas resistió la magia. Se enojó tanto que dijo todo hechizo que sabía, ni aún así, el caballero se mantuvo en buena condición. Mientras ella hacía todo lo posible, el caballero buscaba en dónde estaba la espada. Fue a obtenerla cuando la vio y la bruja también detrás de ambos. El caballero la alcanzó y la abrazó con su armadura; así no le afectaba los hechizos a la espada. Y cuando llegó en frente de ella dijo: «¡Esto es para mis compañeros!» Y se la encajó en su vientre y murió. Entraron los rayos del sol al bosque, ya no era tenebroso. Y las almas que estaban atrapadas; fueron libertadas de la maldición. Se aparecieron los espíritus de sus compañeros dándole las gracias.


Regresó a casa, y éste caballero fue el más poderoso, armado y sabio que había vivido en esos tiempos.


Escrito por: Ramiro Zamora Jr.


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