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Dios os bendiga amigos. :D

martes, 14 de diciembre de 2010

Bajo El Refugio De La Certeza

¿Habéis alguna vez sido decepcionados por falta de la certeza? Pues os quiero contar un cuento de una ardilla quien también apetecía la certeza para sus tres nueces.


Con los vientos soplando y levantando fuerzas; teniendo los rayos del sol tan sólo calentar ya poco, se acercaba el invierno y se despedía el otoño. Todas las criaturas de la arboleda se preparaban para los meses en que ya la temporada no sería cálida como antes. Los búhos acomodándose en los agujeros de los árboles con sus pequeños. Los vulpes también recolectaban a sus pequeños, escondiéndose debajo de la tierra para ser calentados y a salvos. Muchas de las aves se despedían de sus amigos, porque volarían al sur en los próximos días. Y los venados alegres brincaban de tronco a tronco de árboles caídos, pues a ellos les encanta el frío. Igual con los alces, se metían en las aguas para pescar y comerse pedazos de hierba dulce.


Pero como en cada mundo pequeño, siempre hay algo desequilibrado. He ahí en la arboleda había una ardilla quien no encontraba en donde enterrar sus nueces para el invierno. Porque habían otras ardillas y animales pequeños que cavaban para comida. Y ella no quería que sus nueces fuesen robadas, se quedaría sin comida para el invierno. Pues la ardilla se frustraba porque ningún lugar era seguro, intento cerca del río, pues la mayoría temían el agua; pero los peces grandes pudriesen comérselas.


«¿En dónde las escondo, en dónde las escondo?» se preguntaba en sí, volteando de lado a lado. «¿Podría ser en el campo? ¡No! porque el año pasado me las robaron los ratones.» Se arrimó a las pierdas y averiguó si era un sitio bueno, pero siempre decidió que no. Porque estaban las hormigas buscando comida por ahí y pudriese ocurrir que se llevasen las nueces. Fue al pasto, donde había arbustos pero allí estaban los conejitos comiendo de ellos: «¡Ay! pues todos los lugares están ocupados por los demás. No encuentro en donde enterrar mis nueces.» Y del árbol, el búho nada más observaba en cómo la ardilla batallaba. Llegó la ardilla al árbol en donde habitaba el búho y rendida, cayó exhausta. «¿Qué te pasa ardilla? ¿No puedes hallar un sitio en donde esconder tus nueces?» Y la ardilla no le dijo nada, pues ya estaba fastidiada. Y el búho tan amoroso y considerable le dijo a ella: «Si quieres, me las podrías encargar para cuidártelas para que no te las quiten.» Mas la ardilla no confiaba en él, le dijo: «No gracias.» y siguió con su jornada.


Encontró la ardilla un sendero en donde podría enterrar su primera nuez. E hizo tal cosa pero pasó un carromato y los caballos trotaron tan fuerte que aplastaron a la nuez en pedacitos.

La segunda nuez la enterró cerca de un árbol que tenía raíces gruesas. Y sobre el tiempo, las raíces se extendieron y se perdió la nuez entre ellas.


Volvió de nuevo en donde estaba el búho y éste dijo: «No fueron lugares seguros en donde enterraste a tus nueces.» y le explicó por qué. «¿Qué harás con la tercera?» Tristemente agachó la faz la ardilla, pues ya no le rendiría suficiente comida para el invierno. El búho luego descendió de su hogar al suelo para consolarla y le dijo: «Mira, confía en mí. Entrégame tu última nuez, yo la cuidaré. Y además, si quieres, también te hospedaré en mi propio nido. ¿Qué te parece?» Y así ocurrió, la ardilla acompañó al búho y al momento de entrar a su nido, vio un montón de nueces que el búho había recolectado hace un tiempo porque sabía que la ardilla las necesitaría. La ardilla no sabía que decir, lloró de alegría y le dijo: «Gracias Búho. En verdad no sé qué más decirte; gracias.» y le abrazó.


He ahí, la ardilla no solamente encontró un lugar seguro para sus nueces, sino también refugio para ella misma. El búho le enseñó a la ardilla que con él, ella siempre encontraría la certeza. Y que él la estaría cuidando de una distancia.


Escrito por: Ramiro Zamora Jr.

martes, 7 de diciembre de 2010

"La Búsqueda Del Corazoncito"


En los tiempos cuando domeñaba la paz y el acuerdo nació un corazoncito amoroso y boyante. era tan amable que hasta se podía decir que en sus palabras y hechos le latía el amor.

Bueno, como a cada corazón, tenía un objetivo en la vida...enamorarse. éste alegremente buscaba a otro corazoncito por ahí. estaba bien emocionado que decía en sí: «Mi novia será tan bella que la creación misma dirá, ‘dios mismo en verdad te ha hecho con sus propias manos.’»

Su aventura seguía con hallar a su amada. pero a la vez éste era distraído con situaciones de la vida. ayudaba a los que no podían por sí mismos. Ayudó a otro corazoncito recuperar a su perrito, regaba las plantas de sus amigos y vecinos, limpiaba los parques sucios. Éste era un corazoncito no solamente amoroso pero también afable. él andaba en su mundo ilusionándose en cómo sería su querida novia. cantaba Estas palabras afectuosas:

«Busco y busco, el amor lo encontraré.
El día En que te tenga, por siempre guardaré.
anhelo tus besos, El día llegarÁ.
Estar en mis brazos querrás pernoctar.
Mis Latidos dan, en vanos no lo son.
por ti yo siento una gran predilección.
en busca de ti, al fin te hallaré.
y éste lirismo a ti cantaré.»

entre más pensaba en su novia palpitaba más. Rebasaron las semanas y aún no encontraba a su amada. pero él no se desanimaba, porque descansaba en el camino y conocía más gente y era distraído. Pasaron los meses y ya le entraba la duda sólo un poco que ya su latidos no eran tan felices como antes. El corazoncito no se desesperaba, hacía la lucha en buscarla. y así pasó y así pasó el tiempo; los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses...en años. ÉL comenzaba a preguntarle a la creación si ha visto a su amor. fue con la cascada y le preguntó: «Disculpa, pero ¿no sabes donde podría encontrar a mi enamorada?»«Lo siento corazón. Pero yo puedo ser tu novia. no podrás obtenerme ni besarme. Pero nunca tendrás sed ni te faltará alimento.» El corazoncito le dio las gracias pero le dijo que no y continuó en su camino. Vio a unas rocas empalmadas a una altura diciéndose: «Tal vez ellas vieron a mi amada pasar.» Fue y preguntó: «¿Habéis visto a mi amada?» y una roca dijo: «Lo siento corazón. Pero yo puedo serla. No me puedo mover, ni puedo abrazarte. Pero sí me podrás besar.» él dijo que no, pero le dio las gracias.
y de nuevo continuó.

Sus días ya se hacían fríos aunque estaba el sol. y heladas eran sus noches. Ya no palpitaba como antes. tocaba de puerta a puerta preguntando si su amor había pasado por allí, pero todos dijeron que no. temblaba de lo frío que tenía y él solo se abrasaba. «si sólo tuviese a mi novia, ella podría calentarme. pero no es así.» Buscó a las cuatro esquinas del mundo por su amada, pero no la halló. Terminó en el continente frío, todo estaba solo, no había nadie. Puro fRío y hielo se hallaba.

Tanto que hizo la lucha el corazoncito amoroso a encontrar su amada, que no logró. ya sus latidos eran cortos y lentos. Lloró y sus lágrimas se hicieron hielo de lo fría que hacía. No llegó a cumplir su propósito. Se paró y se cristalizó.

cayó en las aguas y la cColor del textoorriente se lo llevó. Terminó en una isla y despertó en una casita hecho de palmas y bambú. Y ahí vio a un corazón bella y cariñosa. «¿Estás bien corazón?» ella le preguntó. «Sí. ¿Cómo me encontraste?» él le preguntó. «Mis latidos me guiaron hasta acá. Y llegué a éste sitio y me decían que me quedará aquí, que iba a hallar mi amor. Y ahora comprendo y aquí estás.»

«¿Te puedo cantar una canción?» Preguntó el corazoncito. «Sí.» Y le cantó:


«Busqué y busqué, y no te pude hallar.
pasaron tantos años que yo quería fallar.
aunque no estabas tú, llegó el día ya.
estás en mi presencia, y no me falta más.
mis latidos dan, existía tal razón.
me salvaste de lo mal, mi hermoso corazón.
fui en busca de ti, pero tú me encontraste.
comenzando desde hoy, por siempre quiero amarte.»


He ahí ambos cumplieron su misión...y ambos se enamoraron.


-Ramiro Zamora jr.