«La mente del hombre planea su camino,
pero el SEÑOR dirige sus pasos.»
~Proverbios 16:9 (LBLA)
Nos lleva a las accidentes porque en verdad no sabemos cómo conducir nuestras vidas, la empeoramos.
Cuando vienen las tormentas, es cuando nada más le buscamos a Dios y le dejamos conducir el volante de nuestra avión. Y Él nos ayuda porque es misericordioso. Pero no deberíamos de tenerlo así, sino que Él tome el control las 24 horas. Porque uno no es el que ya vive, sino Cristo vive en uno.
Ahora ¿va a ser fácil la vida ya que Cristo sea el piloto? No, las tormentas son inevitables. Ellas van a venir pero Él nos mostrará la salida, nos guiará a la seguridad, nos llevará a nuestro destino. No como uno lo haría, nos perdemos, nos volvemos locos, pánicos tenemos, ¡nos jalamos las greñas desesperadamente! El trabajo de Dios no es ser el copiloto, sino el PILOTO. Tenemos que dejar nuestro orgullo atrás, nuestra angustia y rellenarnos de Su Espíritu. Y dejar que Él tome el volante y conduzca. Nada más pensando en ello siento una paz en mí. Siento un relajo en mi ser, como si se me hubiera levantado peso y estrés. Tener a Dios en control, Él no nos va a regañar. Sino consolarnos, corregirnos, ayudarnos. Él no se va a admirar de los errores de uno, más bien nos va a animar que intentemos de nuevo. Deje usted que Dios tome el volante de su vida, Él desea conducirle hacia su destino. Tenga fe en Él, Él sabe lo que hace. Dios os bendiga amigos.